Memoria
El objetivo principal de este proyecto es reinventar un paisaje urbano moderno para Buenos Aires, definir la coexistencia entre lo tradicional y lo contemporáneo. Encontrar una fórmula que funcione, combinando factores urbanísticos, sociales y económicos. El éxito de la propuesta estará dado tanto por su resultado urbanístico como por el interés de los futuros habitantes de los edificios, los usuarios de los espacios públicos y de esparcimiento que se propongan.
Con esta propuesta hemos decidido probar el concepto de una cultura moderna acumulativa, verificar si una sucesión de intervenciones específicas, precisas, contextuales y delicadas podría redefinir este área de la ciudad.
Teniendo en cuenta las características particulares de esta parte de la ciudad, un triángulo enmarcado por vías de tren, con edificios sueltos en un tapiz verde, su proximidad con el sistema de parques llamado 3 de Febrero, y el río, con sus vistas al horizonte en altura, hemos elegido como modelo principal de nuestro proyecto una tipología que todos los ciudadanos de Buenos Aires conocen: la torre.
El área de proyecto ofrece una ubicación ideal para estas dos torres que cobrarán vida en la percepción a través del movimiento. La concentración de la capacidad constructiva en una menor cantidad de elementos trae aparejada una mayor disponibilidad de superficie parquizada y una mayor visibilidad del Pabellón del Centenario, cuya presencia quedará enmarcada por ambas torres y por el equipamiento del nuevo Parque.
La propuesta define una intervención que promueva la interacción y comunicación. La cantidad de sustancia urbana de uso privado se puede configurar de muchas maneras diferentes, desde torres compactas hasta un conjunto de diversos comercios combinados con actividades culturales y recreativas, que no solo maximizan la interacción, sino que también ofrecen la oportunidad de una vida urbana las 24 horas.
La concentración del área comercial como “respaldo” del parque apoyado en el terraplén del tren, y al mismo tiempo atravesable hacia el corazón del barrio Las Cañitas, sumado a una posible reubicación de la estación 3 de Febrero, comportan una continuidad a nivel de la calle de los usos recreativos complementarios a los de la vivienda presentes en ambos extremos del predio, y sirven de apoyo al parque nuevo y a las actividades culturales del Pabellón. Bajo la superficie, un complejo de cines podría aprovechar las posibilidades de desarrollo comercial en el nivel inferior, completando la variedad de usos presentes en el sitio.
Asistimos al desarrollo de los nuevos tiempos, en que la interacción social, lúdica, contemplativa actúa como vector de decisiones proyectuales. De esta manera la propuesta de un nuevo parque se consolida a partir de los siguientes aspectos de la arquitectura del paisaje:
1.Que haya una Integración visual y funcional en continuidad con los espacios verdes lindantes (Parque 3 de febrero/ Plaza de la Shoa/ Parque Madre Teresa de Calcuta/ Entorno centro Cultural Islámico/Entorno Regimiento 2 de Infantería/Hipódromo de
Palermo/ Campo Argentino de Polo.).
2.Que esta integración se consolide como recorrido y como espacialidad incorporando arbolado nativo como los Jacarandá mimosifolia de gran presencia en el entorno. Que el parque permita visualizar, recorrer, utilizar el Pabellón como un elemento icónico dentro de los distintos hitos a incorporarse (esculturas, juegos, zonas de estar y lecturas)
3.Que esta buscada interacción social se dé en dos planos diferenciados: una calle- paisaje de vida de relación, activa, conectada al posible nuevo polo Dorrego, interrelacionada con la gran terraza de las artes sobre el centro comercial; y un subsistema de fajas verdes, cespitosas, con variedad de gramíneas en porte y color, con solados permeables construidos o de piedra partida, no competitivas, si no acompañantes de los principales programas (Pabellón, Viviendas, Centro Comercial, Programas especiales a lo largo de la Peatonal Báez que atraviesa el parque).
De este modo esta propuesta contribuye a conformar un Parque que:
Pone en valor en gran escala al objeto del llamado a concurso: el Pabellón del Centenario. Y además, da una respuesta medioambiental con su gran superficie verde absorbente y su vegetación de bajo requerimiento hídrico y fácil mantenimiento. Incorpora una dinámica social en un contexto abierto y luminoso en el que la compensación entre lo natural y lo artificial nos da pautas de una nueva cultura.
El Pabellón del Centenario ha estado abandonado durante décadas. La propuesta de preservación para el edificio incluye galerías de exhibición, un centro creativo para niños, una tienda, cafetería, auditorio, y oficinas. El diseño conserva los elementos originales del pabellón al tiempo que incorpora un volumen nuevo sobre el lado oeste que resuelve las conexiones verticales y la accesibilidad con criterios actuales. Expuesto a la lluvia y el sol desde que fue abandonado, el Pabellón que alguna vez formo parte de la Exposición Internacional del Centenario se ha convertido en una ruina. Incluso como una ruina, conserva el aura "colectiva" de aquella época: es un espacio público sobrio adornado con órdenes clásicos y detalles que responden a la escuela de Viena.
El edificio ofrece una amplia gama de condiciones interiores para la exhibición de arte y ofrece posibilidades curatoriales innovadoras, tales como paredes que se pueden plegar desde el techo y que proporcionan un cubo blanco instantáneo cuando una exposición exige un entorno más neutral, mientras que las paredes existentes conservan su revestimiento original.
Para crear un nuevo punto de densidad en el proyecto, la estación 3 de Febrero (recubierta con un tubo de acero que absorbería el ruido del tren) se podría reubicar, elevada sobre el edificio – pared que se desarrolla sobre el límite noroeste del terreno, y que aloja un denso mosaico de programas comerciales (librerías, gastronomía, cafetería, espacios para coworking…)
La tierra de nadie que hoy es esta parte del terreno sobre la avenida Dorrego, se convierte en un entorno no solo tolerable sino también magnético.
El edificio de la estación se coloca en la intersección de todos los movimientos. Media entre el nivel de la ciudad y el del parque.
Consideramos que la estación es un espacio público importante que debería permanecer lo más abierto posible. En consecuencia, la estación se podría concebir como un sobre abierto. El techo y las paredes formarían un pórtico que organiza el movimiento y la cubierta. En la dirección oeste-este, el edificio permanecería abierto, enmarcando la vista y creando un medio de orientación indispensable para los viajeros.
El proyecto también facilita un grado de acceso público sin precedentes al área: una trayectoria continua de espacios públicos desde el parque 3 de Febrero y culminando en la calle Baez en el Barrio de Las Cañitas. A través del Pabellón del Centenario y el Regimiento Patricios actualmente ocultos, en el futuro igualmente impresionantes y coreografiados como una presencia "visible".
Esta trayectoria no solo permite que el habitante de la ciudad experimente tesoros escondidos de la ciudad en forma más completa, sino que permite que atraiga a un público más amplio. El proyecto se convierte en una aventura arquitectónica, proporcionando vistas estratégicas del pabellón del Centenario y su entorno.
Los centros urbanos, los suburbios, las calles y, ahora, los aeropuertos, las estaciones de tren, los museos, los hospitales, las escuelas, e Internet están conformados por los mecanismos y los espacios del comercio. La tenacidad por la cual el programa comercial persigue al público lo ha convertido, en uno de los modos principales por los cuales experimentamos la ciudad. Quizás el comienzo del siglo XXI sea recordado como el punto donde lo urbano ya no podría entenderse sin ir de compras. Ir de compras es posiblemente la última forma de actividad pública restante. El proyecto que proponemos investiga y explora los espacios, y las invenciones mediante las cuales el programa comercial han reformado la ciudad de manera tan dramática a principios de siglo. A través de un estudio exaustivo, el programa comercial se infiltra en el proyecto, colonizando e incluso reemplazando la vida urbana.
La superficie del podio cultural es un fragmento abstracto de la ciudad. Para recibir espectáculos itinerantes, conciertos y otros eventos, está equipado con una red eléctrica y otros servicios, proporciona espacio para el entretenimiento multimedia al aire libre, eventos deportivos y culturales.
El exceso de vitalidad del proyecto será el elemento principal de este nuevo Distrito Cultural. Sin esta línea de vida, el área seguirá siendo anémica, independientemente de su tamaño o belleza. Es crucial que la actual atmósfera frenética de comercio vivienda y cultura de esta parte de la ciudad no sea reemplazada por la perfección plástica del espacio público contemporáneo.
Al mismo tiempo, nos parece importante animar el paisaje urbano existente con lugares para comer, galerías, exposiciones, estudios, para que las Cañitas y Palermo finalmente se fusionen en una comunidad única y diversa.
El techo de las artes de fue pensado con un marco verde donde artistas están invitados a crear instalaciones anuales. Las obras siempre cambiantes se pueden ver públicamente durante todo el año desde la estación 3 de Febrero, el nuevo parque público, las torres vecinas, o desde un avión.
El museo del Centenario, el podio cultural el techo de las artes, los restaurants y bares propuestos proponen un fuerte énfasis en la vibrante vida de la calle, la producción cultural, y la recreación, donde todos los aspectos del proceso comercial y creativo se nutren y se hacen visibles.
En todas partes citan a Buenos Aires como un ejemplo destacado de una cultura urbana intensa. Por encima de todo, nuestro proyecto quiere mantener y ampliar la vida urbana de Buenos Aires.