Arquitectos, Andrea López, Andrea conte-grand, Juliana Fullone, Mariana Dí Lorenzo, Rosario Barthe Placenave, Enrico Santilli, Alfonso Piantini (h), Juan Pierantoni, Enrique Lynch, Augusto Penedo
Superficie M2
2260
Año
2003
Asesores
Asesor de estrcuctura: Ingeniero Alberto Fainstein Asesor de instalaciones eléctricas y corrientes débiles: Dysac por los ingenieros Sergio Meraldi y Ruben Navarro Asesor de instalaciones sanitarias , gas e incendio: Héctor Rodríguez Asesor de instalaciones termomecánicas: Estudio Grinberg por los ingenieros Carlos Grinberg y Néstor Feliz Asesor de carpintería: Estudio Gigli Asesor de instalaciones acústica: Ingeniero Rafael Sanchez Quintana Asesor de iluminación: Ernesto Diz Asesor de paisajismo: Josefina Ramos Mejía Artistas participantes: Arquitecto Clorindo Testa (arbol de la vida), Juan Zanotti (Ner Tamid y Mezuzot), Francisco Ezcuerra ( Aron Hacodesh), Ariel Scornik (Puertas de bronce), Rosana Azar (Parojet). Gestión municipal: Amalia Favrin
Memoria
No hay, desde la intención, número mágico u oculto misterio que regule las proporciones y relaciones de la forma en este sinuoso volumen de hormigón. Quizás ese número o esa clave exista detrás de la conciencia de quienes durante largos meses fuimos dando forma a los trozos de cartón, a los dibujos que fueron concretando esta leve caparazón.
Resultado de una combinación de voluntades creativas, de deseos que quedan rondando el subconsciente de algunos de nosotros... probablemente haya una relación numérica – simbólica que por encima de torpes y ciegos intentos, haya guiado nuestras manos e intenciones hacia el objeto ahora visible.
De cualquier manera, nos restringimos a intentar una forma que, casi instintivamente, cobijara, protegiera, reuniera. Habría que buscar qué formas ancestrales, tras qué objetivos difusos y eternos, se encuentran en las raíces de la historia y la memoria... en todo caso, preferimos dejar sin explicación racional algo que seguramente no ha de tenerla.
Animándonos a torcer la piedra – hormigón, refugiándonos en la calidez de la madera, intentando espacios interiores y exteriores que multipliquen las experiencias visuales. Sin las ataduras de las geometrías sagradas, haciendo uso de una libertad expresiva que entendimos lícita y posible, hemos intentado a cada paso dar forma al espacio adecuado para el vínculo con lo divino.