UCA – ESCUELA DE POSGRADO

Obra: Restauración y Proyecto del edificio para la Escuela de Posgrado de la Universidad Católica Argentina.
Ubicación: Avenida Alicia Moreau de Justo 1606 – Puerto Madero, Buenos Aires, Argentina.
Proyecto: Urgell – Penedo – Urgell, Arquitectos Lynch Pierantoni López Vago Rodríguez.
Equipo de proyecto: Gustavo Vago, Andrea López, Enrique Lynch, Juan Pablo Rodríguez, Estela Ferreyra, Juan Pierantoni, Mariana Di Lorenzo, Valeria Lafon, Rosario Placenave, Valeria Guridi, Anabela Isasi, Sebastian Cerri, Verena Schifman, Alfonso Piantini, Marcela Hojman, Constanza Siniavsky.
Asesores:
Asesor de Estructura: Curutchet – Del Villar, ingenieros
Asesor de Instalaciones eléctricas:Ernesto Vignaroli
Asesor de Instalaciones sanitarias: Héctor Rodríguez
Asesor de Instalación de aire acondicionado: Estudio Grimberg.
Asesor de Acústico: Rafael Sánchez Quintana
Asesor de Iluminación: Estudio Diz
Propietario: Pontificia Universidad Católica Argentina.
Representantes De La Universidad: Pablo Skalany.
Promotor: Fundación Universidad Católica Argentina.
Fotografias: Daniela Mac Adden
Superficie total: 35.000 m2
Año de proyecto: 2008

Memoria
El regreso a la fachada original. Como una gran caja rojiza, con su elegancia de neto corte inglés recuperado y su vieja osamenta puesta a nuevo, así queda el dock 12 del Dique 2 de Puerto Madero, una vez terminada la rehabilitación proyectada por el estudio Urgell-Penedo-Urgell y Asociados para la Universidad Católica Argentina (UCA).
De los cuatro docks adjudicados a la UCA en 1992 para su campus, el 12 era el único que faltaba reciclar. Su deterioro progresivo era tal, que la obra debió iniciarse sin que el programa arquitectónico definitivo estuviera definido. Y esto, que parecería curioso, no lo es tanto: “En la arquitectura educacional, como en la hospitalaria, es común que se defina un sistema adaptable a lo que luego pida el programa”, explica Augusto Penedo, uno de los titulares del estudio.
Dado el valor patrimonial de estos galpones construidos a fines del siglo XIX, la imagen del edificio era uno de los puntos importantes de la obra. Demandó un trabajo exhaustivo de pruebas y cateos para llegar al diagnóstico que permitiera la rehabilitación de las fachadas. El otro punto importante fue la reforma estructural, que también exigió un complejo estudio para decidir qué recuperar y qué cambios introducir para cumplir con una premisa clave: conseguir plantas de máxima flexibilidad. Con las vigas reforzadas y la descarga de peso repartida sobre bases existentes, la estructura aguantara 500 kilos de sobrecarga por metro cuadrado (originalmente aguantaba hasta 3.500). Algunas losas se reconstruyeron y algunos entrepisos de madera existentes fueron reemplazados por otros metálicos. “Adoptamos una actitud conservadora por fuera, ajustándonos estrictamente al estilo original. Y nos reservamos para el interior la posibilidad de una intervención más moderna”, resume Penedo.
La planta y la decisión del centro libre: La ubicación de los núcleos partió de una lectura razonable de las posibles distribuciones de los usos. Cuatro aspectos se definieron: las escaleras de evacuación, una cantidad importante de baños, grandes espacios de paso de instalaciones y previsión de sobrecarga para la sala de máquinas. En ese esquema, lo único fijo es la posición de las escaleras de evacuación y las áreas de sanitarios. “Resuelto el sistema – cuyos módulos pueden dividirse por planta, por mitades ó por cuartos-, trabajamos dentro de él para resolver los problemas funcionales. Pudieron ser unidades autónomas, sin embargo, por fin el edificio entero tuvo una única función: la Escuela de Posgrado de la Universidad”.
Un análisis estructural complejo dio luz verde para suprimir una cantidad importante de columnas centrales y perimetrales (que eran mitad de hierro y mitad de hormigón).
Así el proyecto definió un espacio central flexible, flanqueado por dos patios abiertos que permiten el ingreso de luz natural a través de grandes claraboyas. Esas aberturas, que también contienen la circulación vertical por escaleras lo separan del área perimetral, donde la mayoría de los módulos son de 7 por 10.50 metros y que fueron destinados para aulas hacia la calle y el espejo de agua de los diques. Los frentes cortos, el Norte y el Sur, para áreas de investigación y estudio.
Para construir ese espacio central se recuperaron dos de las tres líneas de cabreadas de madera que armaban las naves de almacenaje del viejo galpón. Y se usaron en sentido perpendicular al original. Eso dio en la segunda planta el mayor espacio sin columnas de todo el dock: 17.50 x 50 metros en doble altura. Las plantas bajas y primera del área central alojan los programas comunes de apoyo a las diferentes carreras: salas de estudio, áreas de lectura, biblioteca, auditorios, microcine.
En las plantas tercera y cuarta, por debajo de la cubierta metálica, característica de todos los docks, se prevé seguir con laboratorios para programas de investigación de alta complejidad. También hacia el final del proceso se terminaron definiendo dos accesos, el Norte mas ligado al uso cotidiano del conjunto del campus. Y el Sur, precedido por una plaza, y de carácter más institucional.

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